NUTRICIÓN Y APRENDIZAJE
La mayoría de las personas, cuando piensan en el hambre, se centran en el modo en que ésta se manifiesta físicamente: la extrema delgadez de las poblaciones afectadas por la hambruna o la pequeña estatura de las que sufren malnutrición crónica. Sin embargo, para quienes sobreviven a este flagelo, las secuelas más dañinas son quizá las que conciernen al aprendizaje. Sufrir hambre durante el período de la infancia puede provocar un retraso mental irreversible y una disminución del coeficiente de inteligencia (CI) y de la capacidad de aprendizaje. Los efectos son trágicos para las personas, e impresionantes para los países. Por ejemplo, se estima que el CI medio de la población de más de 60 países es entre 10 y 15 puntos inferior a la puntuación que podrían tener, debido sólo a las carencias de yodo.
Las repercusiones son especialmente importantes por la doble relación existente entre el hambre y el aprendizaje.
El hambre dificulta el aprendizaje en todas las etapas de la vida y, sin embargo, el aprendizaje es un medio eficaz para hacer frente al hambre. Se puede crear un círculo vicioso: los niños que padecen hambre llegan a ser adultos con trastornos y con oportunidades y capacidades limitadas que terminan teniendo hijos que pasan hambre. Este círculo, que menoscaba el desarrollo humano y económico, puede no obstante romperse mediante la combinación de una buena alimentación y la mejora del aprendizaje de modo que ambos se refuercen mutuamente de una generación a otra y posibiliten el desarrollo de los países a largo plazo.
1.1 El hambre y el desarrollo:
Por “desarrollo humano” se puede entender la expansión de las oportunidades reales de las que disfrutan las personas. El hambre limita dichas oportunidades de varias maneras: causando la muerte, el retraso del desarrollo físico y el retraso mental. La desnutrición contribuye anualmente al fallecimiento de casi 6 millones de niños pequeños. Las personas que han padecido hambre en la infancia (y han sobrevivido a ella) pueden tener una menor estatura (con respecto a la que podrían alcanzar por su herencia genética), lo que a menudo puede ser motivo de discriminación en el empleo para realizar trabajos manuales. Puede que también su cerebro haya resultado dañado de forma permanente, quedando limitada su capacidad para analizar situaciones y dedicarse de lleno a ganarse el sustento. El hambre, de estas diversas formas, reduce las oportunidades de que disponen las personas y retrasa el desarrollo humano.
Cuando se acumula en grandes sectores de la población, constituye un gran obstáculo para el progreso económico de las naciones.
En los últimos decenios, la situación mundial en lo que respecta al hambre ha mejorado en cierta medida. La proporción de personas que sufren de malnutrición se ha reducido, pasando de representar una quinta a constituir en los últimos 20 años una sexta parte de la población mundial (Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas, 2005a), mientras que el número de niños en edad preescolar con insuficiencia ponderal en el mundo en desarrollo se ha reducido de 162,2 millones a 135,5 millones entre 1990 y 2000 (Comité Permanente de Nutrición, 2004). Si bien estos progresos son importantes, distan de ser suficientes para alcanzar las metas que se fijó la comunidad internacional en el ámbito del objetivo de desarrollo del Milenio: reducir a la mitad, entre 1999 y 2015, el porcentaje de personas aquejadas por el hambre. De hecho, en realidad, si se excluyen los progresos realizados por China, desde 1990 el número de personas desnutridas en el mundo ha aumentado en 18 millones.
Serie de informes sobre el hambre en el mundo 2006: El hambre y el aprendizaje
¿Por qué no se está avanzando como se debiera? La explicación se halla en parte en el aumento de las crisis humanitarias, pero sobre todo, y con creces, en las decisiones de los dirigentes políticos. El hambre es un problema multidimensional que requiere intervenciones intersectoriales en los ámbitos pertinentes, como la salud, los mercados, el aprendizaje y la preparación para emergencias. Pero, con demasiada frecuencia, no se han hecho las inversiones necesarias. Aunque todas estas cuestiones deben abordarse mediante un enfoque global del hambre, este primer número de la Serie de informes sobre el hambre en el mundo se centra en uno de los aspectos que ofrecen las mayores posibilidades de lograr mejoras.
Sustanciales y duraderas: la relación de doble dirección que existe entre el hambre y el aprendizaje.
1.2 El impacto del hambre en el aprendizaje:
Para entender la relación entre el hambre y el aprendizaje es preciso tener una perspectiva a largo plazo: lo que ocurre en una determinada etapa de la vida afecta a las etapas posteriores y lo que sucede a una generación afecta a la siguiente. Examinemos en primer lugar el impacto del hambre en el aprendizaje.
• La nutrición durante el embarazo y los dos primeros años de vida determina en gran medida la
Futura capacidad intelectual del individuo.
Así como los factores genéticos, la estimulación recibida y los factores socioeconómicos, también las condiciones nutricionales durante el embarazo y la infancia tienen un impacto importante en el desarrollo del cerebro. Tras la primera
Infancia, todavía es posible mejorar el desarrollo cognitivo del niño, pero su capacidad fundamental está ya en muchas maneras determinada (véase la Figura1).
Durante la edad escolar (de 5 a 17 años), el hambre impide a los niños aprovechar al máximo las oportunidades de aprender y desarrollar su mente. Muchos no van a la escuela, ya que sus padres los necesitan en casa para ayudarles a producir alimentos o a ganar dinero para comprarlos. Incluso cuando los niños consiguen ir a la escuela, no pueden concentrarse en las clases si tienen hambre.
• Los adultos que padecen hambreo pueden aprovechar las oportunidades de aprendizaje y, por consiguiente, transmiten el hambre a la generación siguiente.
El hambre en la edad adulta (a partir de los 18 años) no tiene los mismos efectos perjudiciales a largo plazo sobre la capacidad intelectual que en etapas más tempranas de la vida.
Hambre Repercusiones del peso al nacer en la funcióncognitiva en el Reino Unido, por edades
Peso al nacer
Edad de los grupos
Fuente: Richards y otros, 2001
Función cognitiva en relación con la
Población de referencia (valor Z)
1.4 Intervenciones prácticas:
Existen diferentes intervenciones para cada uno de estos problemas que pueden contribuir a romper el círculo vicioso del hambre y el aprendizaje limitado y substituirlo por uno “virtuoso” (véase la Figura 3).
1.4.1 Desarrollo humano:
Mejorar la nutrición y el aprendizaje ofrece nuevas posibilidades, tales como: asumir tareas más gratificantes y productivas, poder leer libros, participar en reuniones municipales, proteger a los seres queridos de las infecciones, elegir alimentos más nutritivos o disfrutar de una noche sin preocupaciones. Estos beneficios mejoran también las perspectivas de vida de la siguiente generación, que crece con menos hambre y mayores conocimientos y posee aún más posibilidades de garantizar un futuro mejor a sus propios hijos. Globalmente, estas mejoras en la nutrición y el aprendizaje amplían las oportunidades y las posibilidades de elección de millones de personas, es decir, potencian el desarrollo nacional en el sentido más propio de la palabra.
1.4.2 Crecimiento económico:
La relación entre el hambre y el aprendizaje conforma el crecimiento económico de una nación de dos maneras. En primer lugar, la mejora de la nutrición hace que la mano de obra tenga un nivel educativo más alto, con mejores aptitudes y habilidades, es decir que se cuente con un capital humano de mayor calidad, que constituya un factor decisivo para el desarrollo económico (Barro, 1998; Lucas, 1988; Lucas, 1990; Romero, 1986, y Romero, 1993). Las aptitudes y habilidades configuran una mano de obra más productiva, capaz de generar productos de gran valor.
1.4.3 Hambre- Aprendizaje:
En contraposición, las cargas económicas y las pérdidas de capital humano debidas al analfabetismo y la mala salud pueden agotar los recursos de los gobiernos. En segundo lugar, un nivel de instrucción más elevado contribuye a lograr una mano de obra mejor alimentada y más fuerte. Como consecuencia, más personas ahora pueden participar plenamente en la economía, con lo cual aumentan drásticamente la eficiencia y eficacia de aquellos que ya participaban en ella desde antes.
Una sociedad desarrollada suele tener más capacidad para reorientar los recursos hacia la lucha contra el hambre y la corrección de un aprendizaje inadecuado al principio de la vida. El desarrollo económico brinda la posibilidad de aumentar la base fiscal imponible. Al mismo tiempo, indicadores generales del desarrollo social, como la tasa de fecundidad y de mortalidad infantil, suelen también mejorar en las sociedades que se han preocupado por las cuestiones relativas al hambre y el aprendizaje. Estos cambios contribuyen a reducir la carga que suponen el crecimiento de la población y la enfermedad. El país está en mejores condiciones de apoyar a la siguiente generación, y el ciclo se renueva y refuerza. El desarrollo es, por tanto, un proceso que requiere una visión a largo plazo basada en un entendimiento de la forma en que estas relaciones contribuyen a su sostenibilidad.
1.4.4 Fomentar las actividades intersectoriales:
El primer aspecto que debe tenerse en cuenta es la secuenciación de las intervenciones. Por ejemplo, el valor de alfabetizar o de capacitar a adultos que padecen hambre sobre actividades generadoras de ingresos será escaso si no existe aún la posibilidad de aplicar esos conocimientos para mejorar los medios de subsistencia y reducir el hambre. Una vez elaborada una estrategia secuenciada, la dificultad radica en encontrar la forma de lograr que todos los ministerios necesarios participen en las intervenciones intersectoriales. Los dirigentes de un programa deben garantizar que los distintos ministerios (por ejemplo, los de educación, salud y agricultura) reconozcan la importancia de las intervenciones para alcanzar sus propios objetivos.
1.4.5 Análisis de la situación
En el plano nacional, el análisis de la situación consiste en determinar cuál es la situación imperante en el país en relación con el hambre y el aprendizaje. También debe permitir establecer en qué región se registran problemas de hambre y de aprendizaje insuficiente, y si puede haber en el futuro problemas de esta índole. En Serie de informes sobre el hambre en el mundo 2006: El hambre y el aprendizaje muchos países han sido muy útiles los instrumentos de cartografía para mostrar cuáles son las regiones afectadas por estos problemas. A nivel internacional, es posible determinar qué países necesitan una asistencia especial mediante los dos indicadores que permiten evaluar los progresos hacia la meta de reducción del hambre, establecida en el objetivo de desarrollo del Milenio (véase la Figura 5).
1.4.6 Formulación de estrategias:
Por lo general, a nivel nacional suelen existir estrategias que, sin embargo, deben modificarse con frecuencia para tener mejor en cuenta los problemas del hambre y de un aprendizaje insuficiente. Para desarrollar estrategias eficaces es necesario tener presente una serie de principios. Por ejemplo, es importante adoptar una perspectiva que abarque todo el ciclo biológico de vida, aunque se deba dar prioridad a las intervenciones tempranas. Igualmente imprescindible para que la estrategia sea eficaz es el establecimiento de unos objetivos claros, la secuenciación de los programas, su ampliación y su examen en un contexto más amplio. En el plano internacional, las estrategias de intervención pueden adaptarse a los países en función de sus necesidades escasas, medias o elevadas, basándose en los datos que aportan los indicadores relativos a la meta del hambre.
1.4.7 Movilización de recursos:
En el plano nacional existen tres fuentes de financiación fundamentales: los recursos de los gobiernos nacionales (y privados); la financiación externa, es decir, la asistencia de los donantes; y los pagos directos realizados por los beneficiarios. Si bien es posible utilizar todas estas fuentes, corresponde a los gobiernos tomar la iniciativa de financiar las actividades de lucha contra el hambre y de promoción del aprendizaje.
La comunidad internacional también debe recabar el apoyo de los gobiernos, tener en cuenta los mecanismos innovadores de financiación y prestar asistencia promoviendo la capacidad de los países para adoptar decisiones.
Progresos en el indicador de la desnutrición con miras al ODM, por países, 1990-2000 Progresos en el indicador de la insuficiencia ponderal con miras al ODM , por países, en torno a 1990-2000
Gráfica4: Indicadores de la sub-alimentación y la insuficiencia ponderal registran de hecho un empeoramiento en algunos países en desarrollo
1.5 ¿Qué es el hambre?
La mayoría de las personas entiende de forma intuitiva la sensación física de tener hambre. Pero los especialistas que trabajan en cuestiones relacionadas con el hambre han elaborado una serie de términos y conceptos técnicos para ayudarles a describir y abordar mejor el problema. Lamentablemente, existen ciertas discrepancias sobre el significado de esos términos y la relación que guardan entre ellos. En este recuadro se presenta un breve glosario en el que los términos y conceptos recogidos se definen tal y como se utilizan en este informe. No se pretende con ello decir que ése sea su único uso "correcto", pero sí ofrecer una manera relativamente clara y coherente de entender los problemas.
Hambre:
Situación en que se hallan las personas que carecen de los nutrientes necesarios (proteínas, energía, y vitaminas y minerales) para llevar una vida plenamente productiva, activa y sana. El hambre puede constituir un fenómeno de breve duración o un problema crónico. Puede presentar distintos grados de gravedad, del hambre moderada a un estado clínico, y puede ser una consecuencia de la escasa ingesta de nutrientes o de la incapacidad del cuerpo para absorber los nutrientes necesarios.
Malnutrición:
Forma clínica de hambre provocada por carencias graves de uno o varios nutrientes (proteínas, energía, vitaminas y minerales). Las carencias impiden a una persona mantener adecuadamente las funciones orgánicas, como son el crecimiento, el embarazo, la lactancia, el trabajo físico, la función cognitiva y la resistencia a las enfermedades y la recuperación de las mismas.
Subalimentación:
Situación de las personas cuyo consumo de energía a través del régimen alimentario se mantiene continuamente por debajo del mínimo necesario para llevar una vida plenamente productiva, activa y saludable. Se determina empleando un indicador indirecto que calcula si los alimentos disponibles en un país son suficientes para satisfacer las necesidades de energía (no de proteínas, vitaminas y minerales) de la población. Al contrario que en la desnutrición, con este indicador no se mide un efecto en sí.
Hambre Transitoria: